Pompeya: Sin colas

La erupción del Monte Vesuvio en el año 79 d. C. fue algo paradójico. Fue un verdadero desastre que acabó con la vida de todos los habitantes de pueblos cercanos - pero también cedió a la historia unas de las más extensas e intactas ruinas de una ciudad antigua. Este asentamiento era Pompeya. Es uno de los sitios más visitados en Italia, y con esta entrada puedes evitar las colas de acceso.
La fuerza de la explosión fue miles de veces mayor que la de una bomba atómica. Como es de esperar, toda la población fue exterminada, pero la ceniza, en combinación con la ausencia de humedad, hicieron que gran parte de Pompeya fuese preservada. Y lo que podrás aprender hoy en día, de manera extraordinaria, es cómo era la vida de una ciudad durante la época romana.
Hay cantidad de detalles sobre la vida cotidiana de Pompeya. En el suelo de una de las casas (la de Sirico), hay una famosa inscripción, Salve lucru ("Bienvenido, dinero"), e indica una compañía comercial propiedad del mismo Sirico. Podrás observar vasijas de vino con la etiqueta Vesuvinum -una combinación de Vesuvio y vinum , que en latín significa vino. ¡Se trata, posiblemente, del primer intento de marketing conocido en el mundo!
Hay más de 50 hectáreas por explorar. Es mucho que recorrer y te llevará un día entero. Puedes caminar por el Foro con el mismísimo Vesuvio al fondo, o puedes sentarte bajo un árbol y admirar el anfiteatro, que según los eruditos modernos tiene un diseño particularmente sofisticado.
Podrás contemplar los vestigios del importantísimo acueducto, que suministraba agua a 25 fuentes callejeras, al menos cuatro baños públicos, y a un gran número de casas y negocios. Hay numerosas estatuas y frescos y, con todo lo que tienes delante, podrás hacerte una idea muy realista de cómo funcionaba la ciudad. Y eso que existió hace más de dos milenios (aunque fue destruida en el año 79 d. C., la ciudad fue fundada unos 700 años antes).
UN ASUNTO FAMILIAR : Durante los siglos, todo lo que se supo del Vesuvio era a través del testimonio personal de Plinio el Joven, quien contempló desde lejos como la lava sepultaba la zona - y también a su querido tío, Plinio el Viejo.