Jardines y Museos del Vaticano: Sin colas

Siempre hay enormes colas para entrar en el Vaticano - y es lógico: como uno de los lugares más exclusivos del planeta, está repleto de techos celestiales y arte espectacular. Tras los museos, uno de los jardines más secretos del mundo. Lleno de fuentes, esculturas y frondosos árboles, este es el lugar en el que el Papa Francisco pasea cuando necesita estar a solas. Evita las colas, y aprovecha esta oportunidad para realmente_entrar_en el mundo del Vaticano.
Originalmente construido en el siglo XIII, los Jardines del Vaticano tienen casi 23 hectáreas de campos repletos de flores, esculturas, fuentes e incluso algunos edificios medievales. La leyenda dice que cuando se construyeron, fueron cubiertos con tierra sagrada del Monte del Calvario - donde Jesús fue crucificado. En el pasado, sólo podían acceder a estos maravillosos jardines (y al césped y al huerto) aquellos que tenían poder e influencia. Pero con esta entrada tú puedes pasar a ser parte de este privilegiado grupo.
Da un paseo de 45 minutos en bus por esta zona ajardinada -diseñada por el gran arquitecto renacentista Carlo Maderno - y empápate de su esplendor. Puede que incluso llegues a entrever al Papa Francisco pasear por su enorme jardín trasero.
Tras este fantástico paseo, podrás pasar inmediatamente al principio de la cola para entrar en los Museos del Vaticano. Este es sin duda uno de los mejores museos del planeta, con obras de una multitud de artistas del Renacimiento, incluyendo las salas de Rafael, Miguel Angel, la Galería de los mapas y el Patio de la Piña. Merece la pena.
Además, si añades las obras que Miguel Angel creó en la Capilla Sixtina, considerado por muchos como el logro artístico más importante de todos los tiempos, los Museos del Vaticano se convierten en un viaje absolutamente ineludible y estremecedor al mundo de las bellas artes. Desde las fuentes del jardín hasta el techo de la Capilla Sixtina, es realmente una experiencia profunda. Evita las colas y disfruta de un acceso especial sin tener que pasarse años y años de espera. ¡Divino!